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En ocasiones, el rendimiento de los detectores de metales en la inspección de productos alimentarios puede verse deteriorado por lo que se conoce como “efecto de producto”. ¿Pero qué es el efecto de producto? ¿Qué lo provoca? ¿Y cómo pueden prevenirlo los fabricantes de alimentos?
En el mercado de la producción de alimentos, existe la idea equivocada de que el efecto de producto, es decir, el fenómeno en el que los detectores de metales se activan por error por las características del propio producto, está causado simplemente por productos “húmedos” o con un elevado contenido de humedad o sal, mientras que los productos “secos”, como es el caso de las bolsas de harina, no provocarán una activación errónea. Es cierto que, por definición, los productos húmedos tienen una mayor probabilidad de ocasionar este efecto de producto, lo que provoca que se reduzca la eficacia de la detección de metales, pero como veremos más adelante, también pueden intervenir otros factores. En la planta de producción, esto significa que habrá productos que el detector de metales podría identificar como contaminados y que, por lo tanto, se rechazarían innecesariamente, lo que supone un desperdicio de productos válidos.
El efecto de producto tiene lugar cuando se altera el campo magnético de un detector de metales durante la inspección de un producto. El campo magnético puede verse alterado no solo por partículas metálicas (es decir, una contaminación metálica real), sino también por otros aspectos magnéticos o eléctricamente conductores del producto y el entorno. Las bobinas receptoras del sistema detectan la interferencia en el campo magnético del detector que, a continuación, se evalúa mediante el detector de metales. Si la señal enviada por esta interferencia magnética es suficiente, el detector considerará que ha encontrado un contaminante y el producto se rechazará.
Claramente, esto deteriora el rendimiento del detector de metales. Su trabajo consiste en detectar contaminación metálica, pero existen otros factores aparte de los contaminantes que perturban su funcionamiento y le cuestan beneficios al fabricante debido a que se desechan productos válidos y no contaminados.
Los fabricantes de alimentos deben comprender mejor las causas del fenómeno del efecto de producto, así como entender cómo se puede prevenir este. Veamos en primer lugar las diversas causas del efecto de producto, que se pueden dividir en dos categorías independientes:
1. Características del producto
Tanto el contenido de humedad o sal (es decir, productos “húmedos”) como la temperatura, el tamaño y la forma, la consistencia y la densidad del producto pueden contribuir al efecto de producto.
2. Factores externos
Cómo superar el efecto de producto con tecnología de detección de metales
Entonces, ¿cuál es la solución al efecto de producto? Es fundamental que los fabricantes de alimentos cuenten con la mejor tecnología de detección de metales y que comprendan cuál es la forma más indicada de rentabilizar la inversión que han realizado. Este enfoque conlleva la ventaja adicional de que también permite mejorar la eficiencia.
Por ejemplo, saber de verdad cómo funciona la tecnología de detección de metales, la contaminación por metales y la aplicación en cuestión le permite optimizar la frecuencia de rendimiento de la detección de metales y, de este modo, reducir la probabilidad de interferencia del efecto de producto, al tiempo que le ofrece la mejor oportunidad de detectar contaminantes reales. Los detectores pueden funcionar normalmente a entre 25 kHz y 1 MHz. Cuanto mayor sea la frecuencia, mayor será la capacidad por parte del detector de detectar contaminación metálica de tamaño reducido, pero este aumento de la sensibilidad también lo hace más vulnerable a las alteraciones causadas por el efecto de producto. Usar frecuencias más bajas entraña un peligro completamente opuesto: un menor riesgo de que el efecto de producto sea un problema, pero también una menor capacidad de detectar la contaminación metálica de pequeño tamaño. Los fabricantes de alimentos deberían interesarse por aprender a configurar la inspección de productos para hallar el equilibrio adecuado con sus productos. De este modo, aumentará la seguridad de los alimentos y se reducirá el desperdicio de productos por culpa de falsos rechazos.
Los proveedores de equipos también han estado luchando contra los problemas que causa el efecto de producto a los fabricantes de alimentos, lo que ha dado lugar a avances tecnológicos que ayudan a mitigar este fenómeno. Uno de estos avances ha sido el lanzamiento de los detectores de metales de frecuencia multisimultánea (MSF, por sus siglas en inglés). Al combinar dos o más frecuencias a la vez, la MSF hace que hallar un equilibrio entre el efecto de producto, la frecuencia de funcionamiento y la sensibilidad del detector de metales no sea un problema tan grave.
Además, se han desarrollado técnicas avanzadas de discriminación que emplean varias frecuencias para minimizar la señal del producto. Por lo tanto, se puede incrementar la capacidad de detección durante la inspección de productos, incluso con los tipos de productos que suelen provocar un efecto de producto elevado.
Otra tecnología innovadora es el procesador especializado de señales digitales que incluyen algunos de los sistemas de detección de metales actuales, que está diseñado para gestionar la “discriminación de fases” y otros procedimientos avanzados de procesamiento de señales. La discriminación de fases se basa en aprender las características de una señal de efecto de producto y las de una señal de contaminación metálica real, así como en discriminar entre estas señales para amplificar la del contaminante, al tiempo que reduce la señal del producto o se hace caso omiso de ella. Gracias a la combinación del procesador de señales digitales y la MSF, a los sistemas de detección de metales les resulta mucho más fácil identificar la contaminación metálica de tamaño reducido, incluso en los casos con un elevado efecto de producto.
Por lo tanto, queda claro que, si invierten en los sistemas de detección de metales adecuados, los fabricantes de alimentos pueden beneficiarse de una ventaja inicial a la hora de prevenir el efecto de producto. Los avances tecnológicos han permitido limitar el daño que provoca el efecto de producto sobre la inspección eficaz de productos. El resultado debería ser una mejora en la detección de contaminantes, un aumento de la eficiencia y una mayor confianza en la calidad y la seguridad de los productos alimentarios fabricados, por muy elevado que sea su efecto de producto.
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