Empresas Premium
Frente al reto del hambre, la innovación biotecnológica abre nuevas oportunidades: proteínas de insectos, cultivos más resistentes, bioestimulantes predictivos y soluciones digitales para una agricultura más precisa y regenerativa.
En un mundo donde más de 800 millones de personas sufren hambre crónica, encontrar soluciones sostenibles para garantizar el acceso a alimentos suficientes y nutritivos es una prioridad global. Cada año, el Día Mundial del Hambre nos recuerda la urgencia de este desafío, que se ha visto agravado por crisis globales como el cambio climático, los conflictos geopolíticos y las desigualdades económicas, que están sometiendo a los sistemas alimentarios globales a una gran presión.
Frente a este escenario, la ciencia y la innovación emergen como herramientas clave para transformar los sistemas alimentarios y hacer frente a una de las necesidades más básicas de la humanidad: la alimentación.
En este contexto, la biotecnología juega un papel fundamental al ofrecer soluciones que mejoran la productividad agrícola, aumentan la resistencia de los cultivos a enfermedades y condiciones climáticas extremas, y desarrollan nuevas fuentes de alimentos más sostenibles. En este reportaje, exploramos cómo algunos de los socios de AseBio están aplicando estas soluciones punteras para abordar el problema del hambre desde diferentes ángulos, contribuyendo a un futuro en el que el acceso a alimentos saludables y asequibles esté al alcance de todos.
“La biotecnología nos permite crear ingredientes más funcionales, detectar patógenos y alérgenos, mejorar la trazabilidad y la seguridad, y aumentar la productividad respetando los más altos estándares de calidad. Es innovación y, como tal, debería ayudarnos a construir el futuro”, afirma Adriana Casillas, CEO y cofundadora de Tebrio, que alerta de que el desafío al que nos enfrentamos en la actualidad “es de proporciones monstruosas”: “Aparte del uso más o menos adecuado que estemos haciendo de los recursos naturales, la realidad es que no tenemos alimentos para todos. No hace falta proyectarse en el futuro. Ya está ocurriendo. Y cuanto más crezca la población mundial, el problema será mayor aún”.
En este contexto, el Tenebrio molitor representa una oportunidad única para combatir el déficit global de alimentos. Este insecto permite obtener proteínas y lípidos de alto valor para la alimentación animal, además de biofertilizantes 100% orgánicos y quitosano para aplicaciones en la industria cosmética, farmacéutica o medioambiental. “El ganado consume hoy el 20% de las proteínas que producimos al año y compite directamente con el consumo humano. Necesitamos introducir grandes volúmenes de proteína alternativa en la cadena agroalimentaria, y los insectos cumplen con todos los requisitos: son saludables, sostenibles, y se pueden producir a escala industrial con un impacto medioambiental muy limitado”, subraya Casillas.
La edición génica es fundamental para revolucionar la agricultura y hacer frente a los desafíos de la seguridad alimentaria
La edición génica es una herramienta clave para transformar la agricultura y responder a los desafíos globales, como la seguridad alimentaria y la sostenibilidad. En julio de 2023, la Comisión Europea dio un paso importante al presentar una propuesta de reglamento para permitir el uso de nuevas técnicas de edición génica (NGTs) en el desarrollo de variedades vegetales, especialmente las obtenidas por mutagénesis dirigida y cisgénesis. El proceso legislativo continúa, tras el acuerdo alcanzado en marzo de 2024 entre los Estados miembros para abrir negociaciones con el Parlamento y la Comisión, que deberán concluir en un texto final.
Desde el sector biotecnológico, se considera fundamental que esta nueva normativa facilite el uso de estas tecnologías en Europa. “Es un paso muy importante para que Europa pueda incorporar esta tecnología al desarrollo de variedades vegetales que contribuyan a la sostenibilidad y competitividad de la agricultura europea”, destaca Jordi Arnalte, Public Affairs, Science & Sustainability Iberia de Bayer Crop Science.
Sin embargo, Arnalte advierte sobre el riesgo de introducir enmiendas “que carecen de base científica y que se alejan del espíritu de la propuesta de la Comisión”, ya que imponen barreras ideológicas injustificadas a variedades desarrolladas mediante técnicas más precisas y seguras que las tradicionales. “Confiamos en que las negociaciones permitan establecer un marco regulatorio proporcionado y adaptado al progreso científico, para que Europa no se quede atrás frente a otros países que ya están avanzando en la investigación y la innovación agrícola”, concluye Arnalte.
Agricultura regenerativa y digitalización: producir más con menos
Es una realidad que los sistemas alimentarios globales se encuentran bajo una enorme presión debido a los desafíos expuestos. Desde Bayer destacan el importante papel que juega la agricultura regenerativa como parte de la solución. Desde la compañía trabajan para implementar prácticas agrícolas regenerativas que ayuden a los agricultores a incrementar la producción empleando menos recursos, a la vez que restauran los ecosistemas naturales de la Tierra.
La biotecnología vegetal desempeña un papel crucial para afrontar el cambio climático y alimentar a una población mundial en crecimiento. La investigación en semillas y rasgos abarca áreas como la tolerancia a herbicidas, la resistencia a plagas y enfermedades, y la mejora de la calidad y productividad de los cultivos. Estas innovaciones impulsan prácticas agrícolas más sostenibles, como la reducción del uso de fitosanitarios, la labranza mínima o nula, y la mejora de la salud del suelo, contribuyendo a los objetivos de sostenibilidad de Bayer.
Como parte de las estrategias de agricultura regenerativa, las soluciones digitales están revolucionando el campo al permitir una agricultura de precisión que optimiza recursos y reduce impactos. Gracias a estas tecnologías, es posible detectar plagas de forma localizada para aplicar fitosanitarios solo en las zonas afectadas, gestionar los niveles de nitrógeno de manera eficiente o planificar de forma óptima la cosecha, todo ello bajo el principio de “producir más con menos y restaurar el suelo”, argumenta Arnalte.
Dentro de estas soluciones digitales, las plataformas de inteligencia artificial están emergiendo como una herramienta esencial para transformar la agricultura de precisión. Tal y como explica Laureano E. Carpio, responsable de comunicación en ProtoQSAR, estas plataformas permiten monitorizar datos climáticos, del suelo y de la salud de las plantas, ayudando a detectar señales tempranas de estrés, plagas o enfermedades antes de que se conviertan en problemas generalizados. Esta capacidad de detección temprana permite intervenciones más eficaces, reduciendo pérdidas y optimizando el uso de insumos.
“De manera paralela, los modelos predictivos QSAR y de ‘machine learning’ facilitan el diseño in silico (mediante cálculos exclusivamente computacionales) de nuevos compuestos que puedan actuar como bioestimulantes y bioplaguicidas, anticipando eficacia y minimizando riesgos ambientales. Esto acorta mucho los ciclos de desarrollo y garantiza tratamientos más precisos, reduciendo pérdidas en zonas con recursos limitados”, señala Carpio que añade que la química computacional aplicada a la agricultura permite predecir la eficacia y seguridad de bioestimulantes y fertilizantes antes de llegar al laboratorio, optimizando la dosis y la liberación gradual de nutrientes en fases críticas del cultivo. Una tecnología que ayuda a reducir la necesidad de riego y a definir ventanas de aplicación más precisas, garantizando así cultivos más resistentes y productivos, todo ello con un uso más eficiente de los recursos disponibles.
