Empresas Premium
La Agricultura Regenerativa busca restaurar ecosistemas agrícolas con suelos más sanos, cultivos resilientes y sistemas que capturan carbono, generan ingresos y enfrentan los retos del cambio climático.
En España, la agricultura ocupa un lugar central tanto en el uso del territorio como en el impacto ambiental. La superficie agraria útil supera los 23 millones de hectáreas —casi la mitad del territorio nacional—, de las cuales cerca de 17 millones corresponden a cultivos. Sin embargo, este sector también enfrenta un gran reto en materia de sostenibilidad: en 2022, España fue el tercer país europeo con mayores emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de la agricultura, solo por detrás de Francia y Alemania, según datos de la Agencia Europea del Medio Ambiente. Casi la mitad de estas emisiones provienen del uso de fertilizantes y de la gestión de los suelos, mientras que la otra mitad está asociada a la ganadería.
Ante este escenario surge la Agricultura Regenerativa, un enfoque que no se limita a la producción, sino que persigue restaurar y mejorar los ecosistemas agrícolas. Si bien no existe una definición oficialmente establecida de Agricultura Regenerativa, el término generalmente se refiere a los principios o prácticas agrícolas destinados a mejorar el medio ambiente en general, con un fuerte enfoque en mejorar la salud del suelo y los servicios ecosistémicos que brindan los sistemas agrícolas.
En el Día Mundial de la Agricultura que se celebra este 9 de septiembre, la conversación sobre sostenibilidad, productividad y adaptación al cambio climático sitúa a la Agricultura Regenerativa como una de las piezas clave. Jordi Arnalte Olloquequi, Public Affairs, Science & Sustainability en Bayer CropScience, explica cómo la compañía está impulsando innovaciones que refuerzan este enfoque. Un ejemplo claro es el lanzamiento de semillas oleaginosas como CoverCress o Camelina, que no solo contribuyen a mejorar la salud del suelo al incrementar la materia orgánica, sino que también actúan como cultivo de cobertura con potencial para almacenar carbono. “Este tipo de semillas, además de mejorar el suelo, son cosechables como biocombustible, aportando así un doble beneficio ambiental y económico”, apunta Arnalte.
En un contexto marcado por sequías, plagas y suelos degradados, Bayer trabaja en dos frentes: por un lado, la implementación de prácticas regenerativas para recuperar la fertilidad de la tierra, y por otro, la investigación en semillas híbridas más resilientes a condiciones extremas, como la salinidad del agua.
La compañía socia de AseBio también defiende el papel de las Nuevas Técnicas Genómicas (NGT) como herramienta fundamental para avanzar en una agricultura más productiva y sostenible. Sin embargo, el marco regulatorio europeo es todavía una barrera. “El actual marco de la UE no está adaptado al progreso científico e impide la innovación para el sector agroalimentario. Es urgente alinearnos con países que ya cuentan con normativas basadas en la ciencia y que diferencian claramente entre los OMG y las plantas editadas mediante NGT”, afirma.
Los beneficios de las prácticas regenerativas ya son visibles en campo. Arnalte comparte casos en cítricos donde la introducción de cubiertas vegetales ha favorecido el control natural de plagas gracias a la presencia de enemigos naturales, además de mejorar la retención de agua y aumentar la materia orgánica del suelo.
La economía circular también forma parte de este enfoque. Un ejemplo es el proyecto desarrollado junto a Novamont, que ha permitido probar en los centros de Bayer en Almería las primeras rafias y clips orgánicos para guiar el crecimiento de los cultivos. Estos materiales se biodegradan junto con los restos vegetales, eliminando microplásticos en el compost final.
La digitalización es otra de las palancas de cambio. Herramientas como Field View, que permiten monitorizar parcelas vía satélite para optimizar siembra y abonado, o aplicaciones específicas para diseñar cubiertas vegetales, son ya una realidad que facilita la medición y maximización del impacto regenerativo.
No obstante, todavía existen retos. La inversión inicial en maquinaria específica y la curva de aprendizaje son dos de las principales barreras para la adopción generalizada de estas prácticas. Para superarlas, Bayer colabora con asociaciones agrarias con el fin de difundir técnicas adaptadas a explotaciones de cualquier tamaño, asegurando que también las pequeñas y medianas fincas puedan beneficiarse de la innovación.
En cuanto al futuro, la compañía confía en que la regulación europea permita incorporar las NGT en el diseño de semillas, una medida que “tendrá un claro efecto positivo en los cultivos, pues serán más resilientes y requerirán menos insumos”.
En este Día Mundial de la Agricultura, Arnalte lanza un mensaje claro: “La agricultura es un factor clave para dar respuesta a los retos derivados del cambio climático y de la creciente población mundial. Para lograrlo, los agricultores necesitan disponer de una amplia caja de herramientas que incluya también la biotecnología”.