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La llegada de los envases a nuestra vida diaria se produjo a ritmo de Frédérik Chopin y Robert Schumann: dos de los compositores más importantes de la historia que nacieron en 1810.
A pesar de su longevidad, las latas se mantienen hoy en día más jóvenes que nunca. La evolución que han sufrido durante estos más de dos siglos no ha hecho más que alargar la vida de los envases que nos acompañan en diversos ámbitos de nuestra existencia.
En 1810, el inglés Peter Durand patentó el uso de recipientes de hojalata. Sus ventajas eran múltiples por su facilidad para la conducción del calor, su ligereza o resistencia, entre otros.
Al año siguiente se comercializó por primera vez el envase de hojalata, utilizado principalmente para contener carnes y verduras. Sin embargo hubo que esperar algunos años para que los primeros alimentos enlatados apareciesen en las tiendas inglesas ya de forma habitual.
Sus primeros usos fueron militares. Durante los comienzos de los envases metálicos no era fácil abrirlos de una forma sencilla. Es más, los soldados británicos abrían sus latas con bayonetas y navajas, incluso con un disparo de fusil si estas fallaban. También era habitual lanzar piedras para poder abrir los envases.
No obstante y con esfuerzo se avanzó muy rápidamente en la mejora de las técnicas de fabricación y mantenimiento de los alimentos envasados. De esta manera se consiguieron retos importantes en aquella época como preservar los productos alimenticios perecederos, envasar en los tiempos de abundancia o cosecha, transportar adecuadamente los alimentos a puntos lejanos con escasísimas pérdidas, disponer de ellos fuera de su temporada, facilitar la preparación en el hogar, economizar costes así como garantizar la calidad de los alimentos.
Pasado, presente y futuro
La llegada de los envases a nuestra vida diaria se produjo a ritmo de Frédérik Chopin y Robert Schumann. Dos de los compositores más importantes de la historia que nacieron ese mismo año.
Junto a ellos nació una nueva forma de hábito de vida. Las latas han cambiado la vida y los hábitos alimenticios de millones de personas. Los ejércitos y la gente que trabajaba en el mar fueron los primeros que se aprovecharon de los beneficios que suponían los envases metálicos en el almacenaje y transporte de los alimentos durante sus jornadas.
Con el paso del tiempo, su uso se extendió a toda la población que vio como facilitaba su vida cotidiana, no solo en relación a la función inicial de contener alimentos sino también por el uso que se podía dar a estos envases en el ámbito doméstico en el sector industrial.
En sus inicios, fuera cual fuera su uso final, las latas estaban hechas de hojalata desnuda, es decir, sin decorar. 205 años después, las últimas innovaciones en este tipo de envases se han producido en su exterior. El envase se ha adaptado a los gustos y caprichos del consumidor. Los colores, las enormes posibilidades de personalización de las latas o las diferentes formas de los envases son solo algunos de los ejemplos de la evolución de las latas en los últimos años, transformando a éstas en productos de diseño, y creando así artículos únicos y destacados.
El envase metálico, a través de la innovación, se ha mostrado como una solución inteligente para la industria y los consumidores. Con una probada y acreditada seguridad y sostenibilidad, los envases metálicos ofrecen una multitud de opciones de diseño y un rendimiento sin igual a través de la cadena de suministro.
Los envases metálicos proporcionan un envase elegante que atrae a los consumidores y da a las marcas una ventaja competitiva.
El futuro de las latas está aún por llegar. La posibilidad de reciclar completamente los materiales empleados en su fabricación y el hecho de ser un elemento que está preparado para afrontar los retos globales de distribución de alimentos en los próximos años hacen de las latas un producto de larga vida. Sin embargo, ¿quién sabe a qué ritmo se “moverán” las latas? Nacieron con la polonesa y su futuro…