15 de abril, 2019
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Artículo escrito por José María Ferrer Villar, Jefe del Departamento de Derecho Alimentario de Ainia centro tecnológico.

Todos somos conscientes de lo complejo que es abordar el fraude alimentario, dado que los aspectos que tenemos que analizar son múltiples, desde el control de materias primas hasta los procesos que se emplean para elaborar el producto final. La problemática del fraude alimentario afecta a toda la industria, tanto a aquellos operadores que incurren en este tipo de delitos, como al resto de empresas que respetan escrupulosamente las reglas del juego pero sufren el impacto negativo generado por este tipo de malas prácticas.

La única garantía para controlar el fraude es la anticipación, sólo de esta forma tendremos la capacidad de actuar y de minimizar los impactos negativos que pudieran llegarnos. Para ello hay que dotarse de instrumentos y no basta sólo con seguir los datos del RASFF u otras fuentes de información de similares características.

Análisis de escenarios para un enfoque anticipatorio

Nuestra experiencia en la gestión de fraudes alimentarios nos indicar que es necesario que trabajemos con tres escenarios a la vez:

  • El histórico del fraude (está probado que de cada 10 fraudes alimentarios que se producen, 9 ya se habían dado en el pasado),
  • Los datos en el momento presente, tales como los que la Unión Europea nos facilita a través del RASFF o también mediante los datos que publica mensualmente del «Knowledge Centre for Food Fraud and Quality»
  • Escenario a futuro sobre cómo podrían desarrollarse los acontecimientos en relación con nuestros productos finales o las materias primas que manejamos para elaborar los alimentos que ponemos en el mercado.

El escenario más complejo es el que nos permitirá afrontar el futuro en materia de fraude alimentario, pero trabajar con un enfoque anticipatorio requiere que contemos con los recursos y metodologías necesarios para incidir en áreas tales como:

  • La vulnerabilidad de nuestros productos: Debemos analizar los datos históricos, elementos económicos, cuestiones geopolíticas y otros factores emergentes vinculados tanto a producto final como a materias primas.
  • Generar un estrategia o metodología para una vez conocidos nuestros puntos vulnerables, plantear en su caso las medidas preventivas oportunas.
  • Elementos de contraste o validación para asegurar que la identificación de posibles riesgos emergentes conectados al fraude alimentario está siendo efectiva y de la misma forma las medidas preventivas que hayamos implementado.

Estas son algunas líneas de actuación que nos pueden permitir afrontar de forma proactiva hipotéticos escenarios de fraude alimentario.

No obstante, el diseño de una metodología para la identificación de riesgos emergentes en el ámbito del fraude alimentario es algo complejo que va a requerir de asesoramiento especializado, además de los recursos (financieros y de personal) que debe aportar la industria para poner en marcha este tipo de sistemas anticipatorios.

Así pues, para anticiparnos a una situación de fraude no basta con saber qué es lo que está sucediendo en cada momento y el histórico de acontecimientos conectados con el fraude alimentario. Es necesario que nos dotemos de instrumentos que nos permitan ir varios pasos por delante del fraude alimentario.

La legislación alimentaria de la Unión Europea el Fraude Alimentario

No olvidamos la cuestión lega, ya que en este ámbito la UE no está de brazos cruzados y está legislando para estas prácticas fraudulentas. Es importante que tengamos en mente el Reglamento 625/2017 que define en la nueva regulación sobre controles oficiales y se va aplicar a partir del 14 diciembre de 2019, dado que tiene presente al fraude alimentario a través de diversas actuaciones para luchar con las prácticas fraudulentas y engañosas, en concreto en los artículos 97 y 98 hace hincapié en esta cuestión contemplando la designación de centros de referencia de la Unión Europea para la autenticidad y la integridad de la cadena alimentaria. Aunque como decía no se centra el concepto de “fraude alimentario”.

Los trabajos que está desarrollando la UE se centran en las siguientes áreas:

  • Es necesario dotarse de métodos de detección para las prácticas fraudulentas y de esta manera contribuir a la autenticidad y la integridad de la cadena agroalimentaria
  • Los métodos indicados se acompañarán de análisis específicos para detectar los segmentos de la cadena agroalimentaria que puedan ser objeto de esta tipología de infracciones
  • Incidir en la gestión de la información y conocimiento a través de bases de datos de materiales de referencia autenticados que se utilicen para detectar infracciones en materia de fraude alimentario

Considero que estamos ante un tema que es crítico y por lo tanto no es únicamente una cuestión de legislación alimentaria, debemos ir más allá para atajar un problema que afecta a toda la industria alimentaria, tanto al elevadísimo porcentaje que cumple y respeta la regulación en todos los aspectos, como a quienes infringen la normativa y generan un riesgo para los consumidores y para la propia industria alimentaria.

Teniendo en cuenta que el fraude alimentario nos ha acompañado desde tiempos inmemoriales (los egipcios y los romanos ya tenían estas preocupaciones), albergamos la esperanza que con un trabajo sistémico y un enfoque preventivo en el siglo XXI caminemos hacia su erradicación.

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